Domingo Zubiaurre, miembro de una familia eibarresa de pulidores, decide iniciar la fabricación de los cepillos metálicos, producto que conocía bien por su oficio de pulidor para la importante industria armera local. Las modestas instalaciones de esta primera época estuvieron en la calle Arragueta hasta la Guerra Civil y en la calle Legarre tras la misma. Desde 1924 hasta 1957, la actividad tuvo un carácter artesanal y estrictamente familiar dedicándose exclusivamente a un único cliente: UNCETA, suministro industrial con sede en Eibar, fundado en 1874 y especializado en la venta de herramientas para el extenso tejido industrial de la localidad y de su entorno.